La inflamación es un proceso natural que forma parte del sistema inmune de nuestro organismo y que es absolutamente necesario para el mantenimiento de la salud y nuestra supervivencia. Por ejemplo, cuando nuestro organismo detecta algún tipo de microorganismo invasor tiene lugar una serie de eventos en los que nuestras células de la serie blanca se movilizan, también se secretan una serie de sustancias llamadas citoquinas con el objetivo de protegernos. Esta reacción es saludable y necesaria para proteger nuestro organismo y curarse de cualquier lesión, el problema viene cuando el cuerpo se encuentra en desequilibrio y reacciona ante sustancias que no debería reaccionar provocando inflamación crónica cuya presencia está relacionada con el aumento de peso y la obesidad y numerosas enfermedades como la diabetes, el cáncer, enfermedades cardíacas, demencia, artritis, enfermedad inflamatoria intestinal como colitis o Crohn y en general la mayoría de enfermedades denominadas crónicas y autoinmunes.
¿Qué nos provoca esta inflamación?
La alimentación y el estilo de vida son dos causas fundamentales de la inflamación crónica que subyace detrás de la mayoría de trastornos. Estos dos factores contribuyen a su vez al mal estado del intestino que ayuda a perpetuar esta inflamación. Ahora lo veremos con más detalle.
En relación con la alimentación, numerosos alimentos de los que se consumen hoy en día en gran cantidad contribuyen a este tipo de inflamación silenciosa que causa enfermedad. Entre ellos, destacan:
- El azúcar refinado y todos los productos que la contienen: jamón york, pan de molde, cereales de desayuno, galletas, bollería y cualquier producto que contenga azúcar blanco/refinado.
- Productos refinados/blancos, a los que se le ha extraído la fibra. El pan blanco y todo lo que comemos que esté hecho con harinas blancas/refinadas (galletas, bollería, pan de molde…) también contribuyen a esta situación de inflamación.
- Grasas no saludables. Un exceso de grasas saturadas y omega 6 causan inflamación. De ahí la importancia de reducir la cantidad de productos animales, que, si se toman, deberían de ser el acompañamiento, y no el protagonista de nuestro plato. Nunca deben de suponer más del 25% del plato e idealmente deberían de ser de calidad, es decir, ecológicos, alimentados con pasto y sin haber recibido inyecciones de hormonas y antibióticos.
- Lácteos: la mayoría de nosotros reaccionamos negativamente al consumo de lácteos, aunque no tengamos síntomas claros. La composición de la leche es muy potente ya que está dirigida a la crianza y crecimiento de un ternero que va a pesar muchos kilos. En general nuestro cuerpo no está preparado para procesar las proteínas, la grasa y los azúcares que contiene la leche, ya que no es un producto destinado para el consumo humano provocando inflamación y reacciones alérgicas que finalmente dañan nuestro intestino. Luego profundizaremos sobre este tema.
- Trigo: el trigo que se consume actualmente es un trigo muy distinto al que se consumía hace décadas, ha sido muy manipulado y nuestro cuerpo no ha tenido tiempo de adecuarse a estos cambios genéticos, esto provoca de nuevo alergias con la consecuente inflamación y daño de nuestro intestino. Podéis leer más sobre este tema, aquí.
Otros factores relacionados con el estilo de vida también contribuyen a este estado inflamatorio, por ejemplo:
- Las intolerancias ocultas. Las alergias las identificamos fácilmente, ya que cuando la persona alérgica toma el alimento, tiene una reacción inmediata, sin embargo las intolerancias o sensibilidades suelen ser más difíciles de identificar, ya que los efectos son retardados (están mediados por inmunoglobulinas del tipo G) y se pueden notar desde unas horas después hasta días después de la ingesta y, además, son efectos que la mayoría de veces no relacionamos con la alimentación. Pueden provocar, por ejemplo: ganancia de peso y/o dificultad para perderlo, trastornos intestinales que se suelen diagnosticar como Síndrome del Intestino Irritable, retención de líquido, fatiga y/o cansancio, dolores de cabeza, problemas de piel como acné o eczema, neblina mental, mareos, dolor en las articulaciones, congestión nasal, cambios de estado de ánimo, etc. Los alimentos que más comunmente provocan intolerancias son los lácteos y el gluten, a veces también los huevos, maíz, soja, frutos secos, cacahuetes, las solanáceas (tomates, pimientos, patatas y berenjenas), cítricos y levaduras.
- El uso prolongado de medicamentos también contribuye a este estado de inflamación crónica. También el consumo excesivo de antibioticos, como veremos más adelante, provoca alteración de nuestra flora intestinal que contribuye directamente a este estado inflamatorio. Lo veremos más adelente con más detalle.
- El estrés crónico también provoca inflamación en el organismo ya que se liberan ciertas sustancias de forma crónica que contribuyen a perpetuar este estado. La meditación puede ser una buena herramienta en este caso.
- La falta de ejercicio y/o llevar una vida sedentaria y poco activa. El exceso de ejercicio también sería contraproducente.
- El exceso de tóxicos. Este es un punto fundamental, sobretodo hoy en día que vivimos en un mundo cada vez más contaminado. Los tóxicos (entre ellos los metales pesados como el mercurio, plomo o aluminio) provocan inflamación crónica ya que el cuerpo reconoce estas sustancias como invasores y desencadena muchas veces mecanismos inflamatorios. Además, las toxinas tienden a acumularse en los adipocitos, en la grasa, y esto provoca también dificultad para perder pero en mucha gente, lo que contribuye a su vez a la inflamación de nuevo. Afortunadamente hay formas de evitar tóxicos en nuestro día a día, podéis encontrar más información sobre este tema en este post.
- La falta de antioxidantes y ciertos nutrientes. Los antioxidantes son sustancias que nuestro cuerpo fabrica pero que también obtenemos a través de los alimentos, son los responsables del color de las frutas y las verduras, de ahí la importancia de ingerir gran cantidad de estos alimentos en nuestra dieta. Los antioxidantes neutralizan los radicales libres, que son sustancias que se forman por la presencia de microorganismos invasores y tóxicos. Consumir pocos antioxidantes puede contribuir a este estado inflamatorio ya que nuestro cuerpo tendrá menos herramientas para hacer frente a sustancias tóxicas a las que nos enfrentamos diariamente. Muchos otros nutrientes son necesarios para que el cuerpo pueda llevar a cabo sus tareas de protección y eliminación de tóxicos, entre ellos destacan el zinc, el selenio, aminoácidos como taurina, glutamina y glicina, etc. Si no comemos alimentos saludables no obtendremos estos nutrientes en cantidad suficiente. Por otra parte, si nuestro intestino está perjudicado por todo lo que hemos comentado en el punto anterior, puede que no esté absorbiendo todos los nutrientes de los alimentos.
- La falta de vitamina D. La vitamina D es una vitamina que obtenemos a partir del sol. Hoy en día es muy común tener bajos niveles de esta vitamina en sangre, y esta situación contribuye a este estado inflamatorio del que venimos hablando. Sea como sea, tener unos niveles saludables de vitamina D, por encima de 50 pg/ml, es fundamental para mantener una buena salud y prevenir enfermedades, sobretodo de tipo autoinmune, ya que esta vitamina juega un papel fundamental en nuestro sistema inmunitario.
- Otros: dormir mal o insuficientes horas, sufrir estreñimiento crónico, infecciones que no se curan adecuadamente o no masticar suficiente la comida so n otros factores que pueden contribuir a provocar un estado inflamatorio.
El intestino, clave
¿Por qué nos volvemos alérgicos o intolerantes a ciertos alimentos? La causa suele estar relacionada con el estado de nuestro intestino, sobretodo con el trastorno llamado permeabilidad intestinal. Ya os hablé un poco de esto aquí. Todo lo que hemos comentado en los puntos anteriores, contribuye a dañar nuestro intestino, provocando inflamación de la mucosa con el consecuente aumento de la permeabilidad de la misma. La mucosa intestinal es al que hace que nuestro sistema inmune no tenga que estar en contacto con todo lo que llega al intestino. Así que el aumento de la permeabilidad normal del intestino. implica que se filtren desde el intestino a la sangre sustancias que no deberían filtrarse (tanto trozos de alimentos como tóxicos), por lo que el sistema inmune reacciona como si encontrase un invasor provocando reacciones alérgicas o de intolerancias como las que hemos descrito anteriormente. Esta situación constante provoca que el sistema inmune se desequilibre y contribuye a la aparición de enfermedades autoinmunes e inflamatorias, ya que un sistema inmune desequilibrado implica, la mayoría de veces, una inflamación crónica. Es importante resaltar también que el 60-70% de nuestro sistema inmune se encuentra en el intestino, en lo que se denomina MALT (Tejido Linfoide Asociado a Mucosa).
La microbiota juega un papel fundamental. La disbiosis también provoca la inflamación intestinal que lleva a la permeabilidad de la mucosa y contribuye a las enfermedades que hemos mencionado. Disbiosis significa tener una microbiota alterada, con exceso de bacterias patógenas y defecto de bacterias saludables como Lactobacillus y Bifidobacterium. La microbiota intestinal se ve afectada por todos los factores que hemos comentado al principio (mala alimentación con exceso de azúcar y refinados, alérgenos, estrés crónico, medicamentos, etc.).
A continuación encontraréis un esquema explicativo con la progresión del intestino permeable donde veréis de forma más gráfica y resumida lo que hemos comentado:
La inflamación intestinal y sus problemas asociados están también relacionados con enfermedades que implican trastornos cognitivos como la demencia y el Alzheimer y problemas del sistema nervioso como el Párkinson. Desde hace ya años se ha demostrado en numerosos estudios la comunicación esencial que existe entre nuestro intestino y nuestro cerebro, de hecho al intestino se le conoce también como nuestro ‘segundo cerebro’ ya que en el nuestro sistema digestivo se encuentra en sistema nervioso entérico que contiene numerosas neuronas que producen hormonas y neurotransmisores de la misma forma que lo hace el cerebro, de hecho, el 90% de la serotonina (la hormona del bienestar) se produce en el intestino.
Por tanto, la inflamación intestinal y en general un mal estado del intestino que suele implicar una microbiota alterada puede estar en el origen de estos trastornos cognitivos y nerviosos. Este concepto ya se está poniendo de manifiesto en numerosos estudios en los que se ha visto por ejemplo, que en muchas ocasiones el Párkinson avanza de un modo ascendente y solo cuando la enfermedad está avanzada en el sistema nervioso entérico, producía los problemas de movimiento típicos de esta enfermedad.
¿Qué soluciones nos ofrece la medicina Funcional?
Estas enfermedades se consideran crónicas, no hay una cura conocida y solo se suelen tratar los síntomas asociados al trastorno en concreto, perpetuando así cada vez más la enfermedad por la toma continuada de medicamentos que realmente no están yendo al origen del problema. En muchos casos los medicamentos son necesarios para controlar los síntomas, pero, teniendo en cuenta todo lo que hemos explicado anteriormente, parece lógico pensar que hay muchas cosas que se podrían hacer para mejorar y, en algunos casos superar, algunos de estos trastornos.
El objetivo principal es reducir la inflamación que está asociada con estos trastornos, para ello lo fundamental es implementar una dieta antiinflamatoria:
- Eliminar azúcar refinado, productos blancos y refinados, lácteos y grasas no saludables.
- Aumentar el consumo de verduras y frutas de todos los colores.
- Disminuir el consumo de proteína animal.
- Eliminar los posibles fuentes de intolerancias. Para ello se puede trabajar con un profesional que nos guíe con una dieta de eliminación.
- Aumentar el consumo de cereales integrales.
- Eliminar el gluten, al menos el procedente del trigo, si no se padece intolerancia.
- Aumentar el consumo de alimentos antiinflamatorios como la cúrcuma, el jengibre, loa alimentos ricos en clorofila como las hojas verdes, toda la familia de las crucíferas, el ajo y la cebolla, etc.
Además de la dieta, que es básica, los siguientes puntos también son importantes a la hora de reducir la inflamación:
- Buscar posibles infecciones subyacentes de virus, bacterias o levaduras y tratarlas, por ejemplo, la proliferación excesiva de cándida.
- Buscar posibles acumulaciones de metales pesados en el organismo, sobretodo mercurio, plomo, aluminio y arsénico ya que todos estos metales provocan problemas de autoinmunidad.
- Mejorar el estado del intestino, que ya hemos visto que es fundamental en estos trastornos. Un alimentación antiinflamatoria como la comentada antes, sin alimentos que provoquen intolerancias, baja en gluten y en lácteos es adecuada para el intestino. Además, el uso de probióticos, aminoácidos como la glutamina o plantas como la regaliz o el aloe vera pueden ayudar mucho a mejorar el estado de nuestro intestino. Para ello es posible que necesitemos la ayuda de un profesional, dependiendo del caso, y/o tests funcionales que nos ayuden a verificar el estado de la microbiota intestinal y del sistema digestivo en general. Es importante también arreglar cualquier problema de estreñimiento, ya que esto nos puede provocar recirculación de tóxicos al torrente sanguíneo con la consecuente inflamación que esto conlleva. Podéis obtener más información sobre este tema, en este vídeo.
- Corregir los niveles en sangre de vitamina D.
- Otros suplementos como la vitamina C, la cúrcuma o el omega 3 proveniente de algas marinas nos pueden ayudar a regular la respuesta inmune. Otros nutrientes con propiedades antiinflamatorias que pueden ser útiles son la quercetina y la rutina.
- Ejercicio diario, es un fantásico antiinflamatorio.
- Dormir un mínimo de 8 horas diarias también ayuda a mantener el sistema inmune saludable y un metabolismo de los azúcares adecuado.
- Practicar meditación o cualquier otro ejercicio que nos ayude a relajarnos y calmar la mente nos ayudará también a regular y equilibrar nuestra respuesta inmune.
Aunque el artículo contiene mucha información es solo una pequeña pincelada para daros pistas de lo que se puede hacer a nivel nutricional y de estilo de vida teniendo en cuenta que en cuerpo es un todo y que el intestino juega un papel fundamental en el estado general de nuestra salud, y en los trastornos inflamatorios y autoinmunes en particular, ya lo decía Hipócrates, ‘el intestino es el padre de todos los males’.
Maria
Interesantisimo articulo Ana
Al mes de poner en practica la mayoria de medidas que enumeras ya notas resultados
Ana
Gracias María!! me alegra un montón que te guste y que te resulte útil; el cuerpo es maravilloso y en cuanto le das cosas buenas, en seguida responde ;). Un beso!
m.sales
Ana me encantan las explicaciones que nos haces con todos los detalles, verdaderamente eres muy profesional. Un saludo
Ana
Muchas gracias por tu comentario Mari Sales, estas cosas me animan a seguir. Un abrazo!
Rita
Ana,
Me encanta tu blog y tu enfoque nutricional para mejorar la salud. Gracias por tu contribucion a nuestro bienestar! Saludos!
Ana
Hola Rita, muchísimas gracias por tu mensaje y por tus palabras. Me alegra mucho que te guste! Un abrazo!